“Un maestro no es aquel que enseña algo, sino aquél que “inspira” al alumno a dar lo mejor de sí, para descubrir un conocimiento que ya tiene dentro de su alma.”

¡Bienvenida a mi comunidad!

Soy María Montemayor y aquí encontrarás todas las herramientas que necesitas para amar tu cuerpo, sanar tu relación con la comida, liberarte del peso emocional y activar tu metabolismo de maneras totalmente sostenibles y compasivas.

Soy pionera en el tema de Psicología de la Alimentación en América Latina, coach en Nutrición Funcional y Liberación de Peso Emocional.

Hoy me dedico a enseñar a millones de mujeres alrededor del mundo que es posible ser libre de las dietas, enamorarnos de nuestro cuerpo y vivir la vida de nuestros sueños, independientemente el peso que tengamos.

Pero no siempre fue así.

Durante 15 años de mi vida, fui una dietaholic, comedora compulsiva y ejercitante crónica.

Mi historia es muy similar a la de muchas mujeres allá afuera.

Mi encuentro con las dietas y demás estrategias abusivas para perder peso comenzó cuando tenía 13 años, porque me contagié de un virus cultural tóxico que me decía que mi cuerpo era inaceptable tal y como era.

Y fue así como comenzó una guerra en contra de mi cuerpo, el peso y la comida que duró más de 15 años.

Durante estos 15 años, experimenté con todas las dietas habidas y por haber en el mercado, pastillas naturales para bajar de peso, pastillas nada naturales para adelgazar, exceso de ejercicio (llegué a hacer hasta 3 horas de ejercicio diarias) hasta 2 liposucciones cuando sólo tenía 20 años.

El único resultado consistente fue incremento de peso, ansiedad por comer, la desconexión de mi cuerpo, el odio y la insatisfacción corporal, baja autoestima, y una sensación de fracaso.

Una bendición disfrazada.

Durante muchos años, yo creía que estaba descompuesta y que tenía un problema de fuerza de voluntad.

Me sentía sola.

Todo mundo habla de las dietas, de las pastillas, de los détox y los jugos verdes, pero nadie habla de la insatisfacción, frustración, miedo y tristeza que hay detrás de todos estos esfuerzos por cambiar nuestro cuerpo.

Hasta que un buen día después de mucho sufrimiento, toqué fondo.

Me di cuenta que ya había tratado todas las estrategias habidas y por haber en el mercado: ejercicio, dietas, pastillas, liposucción. Nada me había ayudado a cambiar mi cuerpo.

Me pregunté si después de 15 años en búsqueda de la dieta y el método perfecto para darme el cuerpo que quería, ¿lo podría encontrar? ¿De verdad existirá? Si existiera algún método fabuloso, ya lo hubiera encontrado ¿no?

Cansada, frustrada y derrotada, me di cuenta que no estaba dispuesta a gastar otros 10 años de mi vida buscando ese “conejo blanco del mundo de Alicia en el País de las maravillas” que me llevaría por el camino del  adelgazamiento.

¿Qué pasaría, si en vez de seguir tratando de cambiar mi cuerpo, por primera vez en mi vida lo aceptara y dejara de luchar?

¿Qué pasaría si por primera vez aprendiera a cuidarlo en vez de reprocharlo, criticarlo y cambiarlo?

Y fue ahí donde comprendí que mi reto más grande, se convirtió en mi más grande bendición.

Mis retos con el cuerpo y la comida, sólo me estaban invitando a echarme un clavado a mi vida, para descubrir qué aspectos de ella no estaban funcionado, y para identificar las emociones que había reprimido durante años y que sólo estaban buscando una manera de ser escuchadas y atendidas.

Me di cuenta que nuestros retos con el cuerpo y la comida no son más que un reflejo de nuestra relación con la vida.

La transformación sí es posible, cuando nos ponemos los lentes correctos.

No tengo palabras para describir la transformación que ocurrió dentro de mí cuando me di cuenta que la clave no estaba en bajar esos kilos que según yo tenía de más.

La clave estaba en empezar a valorar, cuidar, agradecer y disfrutar el cuerpo que tenía, con todo y celulitis, brazo aguado y pierna ancha.

La clave estaba en perdonarme, en respetarme, en escucharme.

Estaba en aprender a cambiar las creencias que me hacían sentirme chiquita y desempoderada en mi vida y que a su vez provocaban que me refugiara en la comida.

Me ha costado mucho tiempo, esfuerzo, dinero y sobre todo, sufrimiento innecesario para llegar aquí.

Aquí, es un lugar donde ya no estoy en guerra con mi cuerpo.

Aquí es un lugar en donde ya no estoy a dieta.

Aquí en un lugar en donde respeto, cuido y escucho mi cuerpo.

Aquí es un lugar donde me gusta quien soy y me gusta lo que veo en el espejo.

Aquí es un lugar donde acepto y amo mi cuerpo y a raíz de eso, vivo mi vida al máximo y soy mucho más feliz.

Beneficios secundarios pero sorprendentes:

Curiosamente, cuando dejé de tratar de cambiar ese cuerpo que tanto detestaba, ¡bajé de peso!

Bajé de talla, comiendo más, haciendo menos ejercicio e incorporando chocolate (entre otras cosas deliciosas) a mi plan de alimentación.

He logrado mantener este peso durante más de 5 años, sin estrés, sin contar calorías, sin matarme en el gimnasio y sin rechazar lo que veo en el espejo.

Al enamorarme de mi cuerpo y de mi vida, automágicamente empecé a notar cambios en otras dimensiones de mi vida:

Logré salir de una relación amorosa de la cual llevaba ya estancada muchos años, por miedo y por indecisión;

Atraje una relación amorosa de pareja, la cual está basada en el respeto, el cariño, la comunicación y la comprensión;

Fundé la Academia de María Montemayor, en donde puedes aprender a través de mis cursos, más sobre mi filosofía y cómo transformarte;

He inspirado a más de un millón de mujeres a transformar su cuerpo, peso y relación con la comida:

¡Y he atraído mucha más abundancia de la que creía posible para mí!

Y por eso estoy ahora aquí.

Para compartir contigo, todo lo que me ha servido a mí y ahora a miles de mis alumnas a cambiar sus pensamientos y emociones acerca de su cuerpo, desde un lugar de compasión y amor, dejando atrás la frustración por bajar de peso y abriéndose a un mágico viaje de transformación personal.

Ahora te toca a ti:

¡Libérate y crea la vida que quieres!